Hay un dicho que reza: “La basura de un hombre, es el tesoro del siguiente hombre”; no habrá mejor línea para abrir tan amplio tema que esa. Sin lo poético, resulta en una reflexión muy acertada cuando se piensa en aquellas personas que dedican su tiempo a, entre escombros y materiales descartados, encontrar aquellos residuos que pueden ser aprovechados nuevamente en el reciclaje.
Aún cuando esta práctica constituye un elemento ciertamente modernizante en las sociedades del mundo, el trabajo de la recolección de residuos se ve empañado por una cantidad importante de concepciones negativas que le rodean.
Más allá de eso, lo que queremos es volver a trazar el dibujo que describe a los recicladores, que, como tú y como yo, están intentando ganarse la vida de manera digna, a través de un oficio al que encuentran extraordinario y estrictamente necesario de hacer.
Poniéndonos en sus zapatos
Para todo ejercicio ciudadano, cuyos principios los establece la ley, y que están sustentados por bases de objetividad (Científicas, morales, éticas), se requiere de voluntades cuya densidad superen al reto que se enfrenta. Tratándose de la recolección de residuos y basura, se ha podido notar que las reacciones más comunes de las personas hacia quienes llevan a cabo esta compleja labor, son negativas, hablando moderadamente.
Se tiende a relacionar la actividad que se realiza con el valor que cada persona tiene, de manera consciente o inconsciente, por motivos culturales, idiosincráticos, entre otros, por lo que es difícil concebir el bienestar que nos proporcionan los recicladores.
Por lo tanto, se hace imperativo destacar que, sin ellos, sería imposible el aprovechamiento adecuado de las cosas que descartamos, ya que realizan una separación, categorización y distribución y disposición de los residuos exhaustiva, que termina con el material siendo percibido por las instancias más adecuadas.
Para ello, se requiere de preparación y conocimiento. Convertirse en reciclador, es entender que “alguien tiene que hacer el trabajo sucio”, aunque cueste. Pero no debería ello alejarnos de los demás, ¿O sí?
Lo que no sabes acerca de los recicladores de basura
Quizá una de las características más resaltantes del oficio de los recicladores es que se organizan como gremio para que su acción sobre el área de trabajo sea coherente y notable. Para diferenciarlos de los recolectores comunes, que hurgan en la basura más por necesidad, precariedad o pobreza, se les acuñó el término waste pickers, por allá por el 2008, en un evento conocido como la Conferencia Mundial de Recicladores; desde ese entonces, se han creado diferentes programas propedéuticos que forman a las personas en el área, con material didáctico que proporciona un conocimiento profundo sobre los pilares del reciclaje y cómo contribuir a que sea realizado correctamente.
Aunque su labor es increíblemente valiosa, los recicladores sufren por carecer de condiciones labores dignas o adecuadas. Realizan su trabajo sin tener garantías como sueldos establecidos, o acceso a seguros de vida, registro de créditos bancarios para el emprendimiento o la obtención de una vivienda. Aún así, son capaces de lograr una amplia efectividad.
Por supuesto que el paradigma del reciclaje fuese muy diferente, si el caso fuese que la ciudadanía entera contribuyese a un desarrollo más saludable de la actividad. En el Ecuador, aún falta que pase mucho tiempo para que se asiente bien, la práctica. Si bien hay casos de éxito considerables en cuanto a implementación, en sitios como Lago Agrio, en que los niveles de organización para la recolección son ejemplares; en Cuenca, por ejemplo, el reciclador sigue siendo mal visto.
En cuanto las políticas del reciclaje, tanto en este país, como en el resto del mundo, dejen de verse como una obligación, quizá los recicladores de basura entonces puedan comenzar a ser vistos a buena disposición, y se les considere igual de importantes que los carteros, los botones u otros oficiales que enaltecen nuestra cotidianidad.